30 de maig 2011

Balance del Tripartit


EL principio básico de todo politólogo es poder analizar los acontecimientos políticos que nos rodean desde una perspectiva alejada de los hechos que hemos de analizar. Los politólogos hemos de ser observadores de la política y no, en cambio, actores activos que participen en ella. En consecuencia, el análisis sobre la gestión de un gobierno tiene que basarse en parámetros objetivos para poder comparar cuáles eran los objetivos iniciales y cuáles han sido los resultados finales obtenidos. En este sentido, la valoración del tripartito no puede ser más que negativa.

El segundo tripartito, formado de nuevo por la coalición PSC-CpC, ERC e ICV-EUiA, mantuvo la misma apuesta estratégica que el primer tripartito: aliarse desde la izquierda. Esta apuesta, deseada inicialmente por socialistas y eco-socialistas, encontró otra vez en ERC un aliado que les permitió constituir una mayoría parlamentaria en contra de la federación que había ganado las elecciones: CiU. ERC, como ya hizo en el primer tripartito, volvió a justificar su apuesta en clave social, aunque esta vez añadió un nuevo motivo: acercar el PSC a planteamientos más catalanistas. Además, ERC esperaba que cuatro años más de oposición de CiU supusieran una crisis interna en la federación nacionalista que favoreciera a los republicanos. Se trataba de trastocar el mapa político nacionalista catalán a su favor. Así pues, los objetivos de la alianza eran meridianos: reivindicar un giro a la izquierda en la actuación de gobierno y reforzar a ERC por encima de CiU.

Girar a la izquierda una actuación de gobierno quiere decir cambiar las prioridades de actuación y las formas de llevarlas a cabo, es decir, establecer objetivos tanto cualitativos como cuantitativos en la actuación de gobierno que afecten, principalmente, a los servicios públicos; a priorizar acciones encaminadas a eliminar la exclusión social; fomentar la actividad económica y social del sector público y, finalmente, socializar la actuación pública mediante el fomento de la participación de la sociedad civil en las esferas de decisión política. La propia Generalitat nos ofrece datos sobre lo realizado en este aspecto: 17.000 nuevos maestros de escuela; 40.000 plazas nuevas de guardería; la construcción de 8 hospitales, 123 centros de salud, 52 comisarías y 18 palacios de justicia; 132.000 beneficiarios de las ayudas de la Ley de Dependencia; 500.000 personas que en situación de desempleo han accedido a la formación; 62.000 personas han recibido ayudas para el alquiler o la hipoteca y se ha iniciado la construcción de 54.000 viviendas protegidas; se han creado nuevos regadíos; se ha disminuido el kilometraje total con peajes así como las víctimas por accidente de tráfico y se han construido 18 nuevas estaciones de metro en Barcelona.

Estos datos han de ser complementados con una serie de consideraciones que nos permitan valorar de un modo más apropiado la actuación del gobierno.

Primera consideración. Las actuaciones públicas han superado las posibilidades financieras del país. El déficit de 5.256 millones de euros del año 2009 es una buena prueba de ello. A pesar del aumento de la presión fiscal, el gasto ha sido tal que la urgencia por encontrar recursos financieros inmediatos ha obligado a la Generalitat a endeudarse todavía más con la emisión de bonos de la Generalitat.

Segunda consideración. Las inversiones en infraestructuras no han compensado el déficit crónico de inversión por parte del Estado español. De hecho, se constata un descenso progresivo durante esta legislatura: 557,1 millones (2007); 829,4 millones (2008); 707,2 millones (2009) y 661,7 millones (2010). Este descenso demuestra la incapacidad de negociación del Gobierno de la Generalitat, que no ha querido o no ha podido utilizar la supuesta influencia del PSC sobre el PSOE en las Cortes de Madrid.

Tercera consideración. La pretensión izquierdista del Gobierno se ha encontrado con un grave problema. A pesar de los recursos destinados, la realidad es que el porcentaje del total del presupuesto de la Generalitat destinado a políticas sociales ha disminuido desde 2003. Si en 2003 fue un 55,5% del total, este año ha sido del 54%, que aumenta a su vez respecto a los años 2007 y 2009, que fue del 54% y del 51,6% respectivamente. Este descenso del total de los recursos utilizados para las políticas públicas ha ido acompañado, en cambio, por un incremento del 61% desde 2003 del personal relacionado directa o indirectamente con las empresas públicas que implementan estas políticas. El aumento de personal, combinado con el descenso de recursos utilizables, ha tenido una consecuencia inevitable: la ineficacia.

Cuarta y última consideración. Las ayudas a viudas o menores han sido ridículos. En cuatro años, la pensión por viudedad ha aumentado 7 euros mensuales y las familias reciben 36 euros más por niño que hace cuatro años. La Sanidad ha sido otro aspecto importante de la gestión del Gobierno. A pesar de la introducción del céntimo sanitario, el tiempo de espera en la sanidad publica catalana es muy superior a la media española.

Más allá de la gestión, a la hora de hacer balance del Tripartito es necesario hablar, también, de la proyección de la imagen del Gobierno, teniendo en cuenta que ha tenido una responsabilidad directa en la desafección política que predomina en Cataluña. De hecho, el Gobierno no ha sabido crear confianza. Más bien al contrario. El Tripartito no ha sabido gestionar el acuerdo entre tres partidos políticos diferentes, que seguramente eran demasiado diferentes entre ellos. Las tensiones entre unos y otros han sido constantes y el president no ha jugado su papel de autoridad interna cohesionadora, ni tan siquiera en aspectos tan importantes como la Ley de Educación.

Los tres partidos han hecho uso del gobierno en beneficio propio. Preservar el propio perfil y contentar al electorado respectivo han sido las prioridades por encima del buen funcionamiento del Gobierno. Cada departamento de la Generalitat se ha convertido en un compartimiento estanco, lo que ha debilitado la figura del president y ha generalizado la sensación de desgobierno. Sensación más profunda en el caso del PSC debido a la sumisión a los intereses del PSOE.

La evolución, o involución, del autogobierno ha dominado la ultima legislatura. Según fuentes del Gobierno, el Estado ha transferido a la administración catalana 19 competencias. Aunque la oposición las reduce a 11, es evidente que es un número muy inferior a los 40 traspasos que el acuerdo tripartito preveía conseguir durante esta última legislatura. Los recursos presentados al Tribunal Constitucional contra el Estatuto dieron paso a cuatro años de incertidumbre que la sentencia, contraria al autogobierno catalán, agravó.

El hecho de menospreciar, y finalmente rechazar, la voluntad democrática expresada por el pueblo de Cataluña en referéndum ha tenido su efecto: hoy en día un mayor número de catalanes dudan del encaje de Cataluña en España. Y en este sentido, el Gobierno tripartito no ha podido liderar la respuesta a la sentencia del Tribunal Constitucional por los constantes desacuerdos entre los socios y por la incapacidad del PSC de enfrentarse al PSOE en Madrid. En una de las situaciones políticas más complicadas desde la llegada de la democracia, el Gobierno se ha visto superado por los hechos y por la sociedad civil, cuestión que ha hecho más evidente que nunca que este Gobierno no ha sabido liderar el país.

Un gobierno formado en clave izquierdista para aparcar la reivindicación nacionalista ha sido superado por el determinante debate del autogobierno. ERC ha salido más perjudicada en esta disyuntiva que las otras dos fuerzas del gobierno. Su apuesta por nacionalizar al PSC ha resultado un fracaso, hasta el punto que la actual campaña socialista se decanta más que nunca por dejar de lado su carácter más catalanista, sin olvidar el enorme costo interno que esta apuesta ha tenido para ERC: la escisión del sector más nacionalista. La apuesta de ERC responde a dos posibles claves: la incapacidad para hacer la lectura política correcta en cada momento, o bien, a pesar de hacerla, optar por mantenerse en el Gobierno por encima de cualquier otra consideración.

Fracaso y decepción. Este es el balance del tripartito de José Montilla. Es posible que Cataluña necesitara conocer cuáles eran los límites de la alianza de los partidos PSC-CpC, ERC y ICV-EUiA. El primer tripartito ya demostró que la apuesta no había sido muy positiva para el país. Por esta razón, el segundo tripartito nació con más oposición que el primero. El resultado final es evidente incluso para el president Montilla: es una fórmula agotada. Cuestión que invita al cambio. La historia es una concatenación de etapas y fases. La del Tripatit, por tanto, ya ha pasado.

DEIA egunkarian publikatutako artikulua. 2010/11/23

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